miércoles, marzo 08, 2006

Ya eran más de las 7 (5ª entrega)

Cogió el abrigo, cerró la habitación y se encaminó al ascensor. Le dejó las llaves a la recepcionista y abandonó el hotel.

Desde el otro lado del hall, una mujer se levantó del sillón en el que descansaba, se dirigió a la recepción, intercambió unas palabras con la persona encargada y salió por la puerta principal. Entre la gente podía distinguir a Nemesio,no sin cierta dificultad, debía de seguirle con cuidado si no quería ser vista, necesitaba conocerle un poco más para entablar relación con él. Hasta ahora todo había sido demasiado fácil, solo los nervios de esperarle en la estación la habían hecho perder un poco la calma, Pedro le había dicho en que tren y a que hora llegaría Nemesio a Oviedo. Luego le había seguido hasta el hotel, no necesitó ser muy cuidadosa, su perseguido estaba demasiado preocupado buscando el hotel y observando la nueva ciudad.
Pero ahora era algo mas complicado, había más gente por la calle, lo que debería facilitarle la tarea, pero para ella no era así, no era experta en seguir a la gente y menos si lo perdía entre la multitud. Se dirigía como había temido al centro de la ciudad donde a aquellas horas había mas ambiente.


Nemesio llegó al hotel sobre las 10 de la noche, después de haber picado alguna tapa. Mientras se preguntaba cual era la verdadera razón por la que estaba allí la recepcionista le entregaba con la llave un pequeño sobrecito.
-”Perdone, ¿que es esto?, preguntó perplejo.
-” No lo se señor, estaba en su casillero cuando empecé mi turno, pone su nombre, así que debe ser una nota para usted.”
-”Bueno, no conozco a nadie aquí, gracias, buenas noches.”
-”Buenas noches señor.”

Siguiendo su costumbre de no abrir las cosas inmediatamente, esperó a estar sentado en su cama para empezar a leer la nota. Sus ojos no podían expresar mayor sopresa:

“Nemesio, hijo, no estás aquí por azar.
El ombligo de la luna conoce la verdad.
La caja no es un peso, es una caja.”


Su sentimiento inicial pronto se convirtió en confusión. Miles de preguntas inundaban su mente, sus padres había muerto, eso le habían dicho en el orfanato, estaba allí por azar, no había elegido el destino del billete, y luego... que era todo eso de el ombligo y la luna, y no entendía para nada el significado de la ultima frase.
Estupendo, pensó, otra noche sin dormir.

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