martes, febrero 28, 2006

Ya eran más de las 7 (4ª entrega)

Mientras recordaba todo esto Nemesio se durmió de nuevo, el agotamiento había podido con él. No era de extrañar, la noche había sido larga, después de comprar el billete solo había conseguido deambular por la ciudad, de aquí para allá, sin rumbo fijo, con miedo a entrar en su casa, pensando una y otra vez en las palabras del viejo, como esos refranes que siempre dan la razón e incitan a pensar “te lo dije”. Solo estuvo en su casa el tiempo necesario para hacer la maleta. Una maleta que llenó de pocas cosas y muchos recuerdos. El billete que había comprado ni siquiera lo había mirado y estaba decidido a no hacerlo, no sabía por que hacía eso, simplemente echándole una ojeada sabría que iba a necesitar en su destino, pero tal vez por el shock producido por la bomba, por miedo, o por lo que sea lo cierto es que no lo miró hasta que no se hubo subido al tren.


El tren reducía la marcha, las vías le guiaban por el enjambre de andenes hasta que por fin se detuvo. El viaje había llegado a su fin.
Nemsio cogió su maleta y bajó del tren. Lo primero que pudo notar fue el ambiente más húmedo, lo siguiente que no sabía a donde ir.
Después de unos minutos en el andén, decidió que lo mejor era buscarse un sitio donde pasar la noche y poder estar más tranquilo para pensar en lo que iba a hacer ahora. El viejo, y la cajita daban vueltas en su cabeza. Se encaminó hacia uno de los hoteles que flanquean la estación de trenes.


La puerta de la habitación se cerró de un golpe. Estaba de nuevo solo, como casi toda su vida. En aquellos momentos echaba de menos tener una familia en la que apoyarse, a la que pedir consejo o en la que refugiarse, pero eso no podía ser, no había conocido a sus padres, según le habían dicho en el orfanato habían muerto al poco de nacer él.
Se tumbó en la cama, y se obligó a dejar de pensar en eso, lo único que estaba haciendo era empeorar su estado de ánimo. Miró el reloj, eran las 6 de la tarde, aún tenía tiempo de dar una vuelta por la ciudad antes de cenar.

martes, febrero 21, 2006

Ya eran más de las 7 (3ª entrega)

La cajita yacía encima del escritorio, esperando que alguien la arropara, en silencio, todo se había quedado en silencio.
Nemesio no sabía que hacer con aquello, la cogió y por un momento se olvidó de las palabras de aquel viejo loco, sin duda tenía que estarlo. La abrió lentamente, esperando que en cualquier momento sucediera algo, no sabía el qué. Finalmente la caja reveló su secreto, una moneda: Un peso mexicano.


Toda esta historia por un peso mexicano metido en una cajita, pues menuda tontería. -pensó Nemsio-. Y la dejó encima de la mesa.
Sé pasó el resto de la mañana dándole vueltas al asunto del viejo, una caja, un peso y una amenaza, esta última palabra se quedó resonando en su mente, poco a poco se fue apagando.... pero no del todo.
Eran las dos y media. El banco estaba a punto de cerrar, así que recogió sus cosas y se fue a comer. Siempre hacía lo mismo, se despedía de la gente y salía por la puerta principal para luego girar a la derecha y dirigirse a su casa. Se encontraba tirando de la puerta cuando se percató de la cajita, la había olvidado, sin saber exactamente por qué, soltó la puerta y dando media vuelta se dirigió a su despacho a por ella. Lo que pasó inmediatamente después es difícil de explicar, un sonido estremecedor, cristales rotos, gente gritando...una bomba.
El artefacto de baja potencia tan solo había dañado algunos cristales y había dejado algo dañada la fachada principal del edificio. ¡Él hubiera estado ahí en ese momento si no se hubiera acordado de la cajita! -fue lo único que Nemesio alcanzó a pensar.-
Entre la confusión llegó a su despacho, y se guardó el regalo del viejo. Salió del banco, muerto de miedo, y lo primero que hizo fue girar a la izquierda, y puso rumbo a la estación. Algo había cambiado en su vida.


Alguien observó la escena con el rostro medio tapado desde un lugar próximo, y sonreía con satisfacción.

Autor: Lisu

domingo, febrero 19, 2006

Ya eran más de las 7 (introduccion)

Normalmente la introducción suele ir antes que cualquier cosa, como podeis ver este no es el caso ya que las dos primeras partes de esta historia ya están publicadas. Historia que estoy escribiendo actualmente y que ira poco a poco apareciendo aquí por entregas.
Intentaré al menos cada semana publicar un nuevo capitulillo,espero que os guste.

Como podeis leer hasta ahora trata de un hombre que decide tomar una decisión, coger el primer tren sin saber si quiera a donde le lleva. El piensa que su destino es totalmente fruto del azar, pero podemos ver que no es así, alguien esta tejiendo una trama alrededor de su persona, no os puedo decir aún para qué...
Tendremos que esperar para conocer la evolución de la historia.

Con el tiempo ire modificando las entradas de manera que todas aquellas palabras interesantes queden enlazadas a fotografias, explicaciones o páginas de información turistica si se trata de lugares, para que podais ver por donde se mueve el personaje sin necesidad de buscar.

Misión comandos

Esta historia la escribí hace bastante tiempo, cuando todavia estaba de moda ese juego del que todos hemos oido hablar, Comandos.



Frío, sin duda hacia en aquellas latitudes hacía mucho frío, una fina capa de nieve lo cubría todo, y en allí en medio del silbido de las balas y el fuego de los cañones me encontraba yo, agazapado tras un viejo muro de piedra medio derruido. Estaba allí para cumplir la misión que se me había encomendado, acabar con aquel maldito francotirador que tantas muertes había causado ya. Había sido elegido por ser el mejor entre los mejores, o tal vez por que los superiores habían decidido librarse de mi encomendándome las misiones mas difíciles y arriesgadas. Mientras pensaba en esto una granada explotó cerca de donde me encontraba, ¡mierda! esos cabrones no descansan, pensé.
Decidí moverme, el frío me entumecía los músculos pero debía de acabar con ese francotirador, no podía dejar que me mataran, no allí y menos por los nazis. Avancé hasta el final del muro, lentamente, arrastrándome por la nieve y el barro, no podía arriesgarme a ser visto. Cuando llegué al final el panorama no era muy esperanzador, me encontraba en primera línea de fuego y desde donde estaba casi podía sentir la respiración de aquellos soldados alemanes, con decisión saque mi rifle, (cada vez que lo hacia algo despertaba en mi interior, algo así como un instinto asesino,) apunté con cuidado al nazi que tenia mas cerca, y que no paraba de vigilar la zona donde me encontraba, cuando su cara apareció perfectamente enfocada en mi mirilla disparé, con un ligero golpe cayó al suelo instantáneamente.
Uno menos me dije, pero donde estaba el maldito francotirador. Se oyó un grito, en alemán, mierda, habían visto el muerto, con cuidado y sin moverme apenas, apunté de nuevo, otro alemán apareció en mi mirilla, un leve silbido lo hizo caer al suelo.
Dos menos y el francotirador no aparecía, arriesgando mi vida avance arrastrándome hasta los dos cadáveres, para mi sorpresa cada uno de ellos tenia un rifle y algo de munición, así que cogí uno y toda la munición que tenían supuse que ya no la necesitarían más. Rápidamente me oculte en un edificio. Allí dentro fui consciente de la tensión que me inundaba, de lo peligroso de la misión, un simple disparo del aquel francotirador podría acabar con mi vida, lo mismo podría pasarle a él si fuera yo el que disparara,-pensé para animarme-. Tenía que salir de aquel edificio, no podía dejar que se dieran cuenta de que alguien andaba merodeando por su territorio. Miré por entre las tablas rotas de aquella puerta, que parecía separar la vida de la muerte, no había nadie, todo estaba tranquilo, con cuidado la abrí e inmediatamente me eche al suelo.
Empecé a arrastrarme de nuevo, no sabia a donde dirigirme, estaba en territorio enemigo y por supuesto no conocía el terreno.
Seguí avanzando, de pronto un alemán dobló la esquina del edificio que me protegía y se quedó frente a mi, me habían visto, estaba acabado, no podía ser, debía de reaccionar.
Me levanté de un salto y le asesté dos golpes en la cabeza antes de que le diera tiempo a recuperarse del susto de ver a un aliado lleno de barro, solo, y en territorio hostil. Le até y le registré.
El silencio se había vuelto insoportable, el ruido de balazos y granadas había cesado por unos instantes,.... y allí en medio del silencio me pareció escuchar a la muerte, el frío parecía darle la bienvenida y el barro parecía esperarme para acogerme en sus brazos, un soplo de aire congelado se coló por mi bufanda, me hizo estremecer, unas leves palabras parecieron sacarme de mis pensamientos, levanté la mirada y lo vi.

Allí estaba y allí había estado siempre, el francotirador me miraba, un fuerte dolor inundó mi pecho, duró poco, el día decidió oscurecerse y el frío parecía mas palpable, en mi cabeza solo quedaba una frase: “ha fracasado en su misión”.

Empecé a escuchar una voz, que me llamaba en la lejanía, al principio suave, luego se convirtió más bien en un grito y pude distinguir: “CARLITOS A CENAR; DEJA ESE CACHARRO!!!!!!!!”
La misión del comandos había terminado mal, ahora me quedaba otra misión, aguantar a mi madre.

MISIÓN COMANDOS......................


Autor: Lisu

sábado, febrero 18, 2006

Ya eran más de las 7 (2ª entrega)

A pesar de todas las cosas en la que tenía que pensar el lento traqueteo del tren hizo que se durmiera.

El hombre seguía en el andén, pero su expresión había cambiado, ahora sonreía levemente.
Seguirle hasta allí no había sido tarea fácil y menos aún hacer que sintiera la necesidad de comprar aquel billete y abandonar el lugar. Ahora ya estaba hecho, tal vez él pensara que el sitio elegido era un sitio al azar, pero estaba muy equivocado, su plan acababa de ponerse en marcha, era la única forma de hacerlo.

Nemesio despertó lentamente deslumbrado por los rayos de sol que se colaban por las rendijas de la cortinilla.
Eran las nueve de la mañana llevaba casi dos horas en aquel camarote, y aún no sabía cual era su destino. Empezó a sentir cierta curiosidad, así que rebuscó en el bolsillo de su chaqueta y sacó el billete.
Oviedo, ese era su destino, -curioso- pensó, -nunca había estado allí. Al menos lo conocería-. Esto le hizo pensar en el futuro, pero no pudo olvidar el pasado, aquel hombre de la estación le era vagamente familiar, pero no se había percatado de ello hasta ahora, estaba demasiado nervioso como para fijarse en los detalles en aquel momento. Era el mismo hombre que había acudido a su oficina hace tan solo 2 dias, no podía olvidar aquella mirada, había algo familiar en ella.
Recordaba el día en que entró por la puerta de su despacho en busca de un crédito, aunque como pudo comprobar instantes después aquello solo fue una escusa para llegar hasta él. Nada más cerrarse la puerta su expresión cambió, se puso serio y las palabras que salieron de su boca le cortaron la respiración.
-“Estás en peligro, si no abandonas este lugar en pronto puedes resultar gravemente herido”
-”¿Me está amenazando?, vayase de aquí o llamaré a seguridad”
-”No se ponga nervioso, es lo peor que puede hacer, no le estoy amenazando solo le estoy poniendo sobre aviso, -y bajando la voz hasta casi un susurro- su vida peligra”
-”¿Puede explicarme que le lleva a decir eso?, no he recibido ninguna amenaza.”
-”Escúcheme no tengo mucho tiempo, tengo que irme de aquí antes de que descubran que me he reunido con usted, así que si quiere seguir mi consejo y salvar su vida diríjase a la estación de tren más cercana y compre un primer billete al azar, tome el tren y no aparezca por aquí en un tiempo, tome llévese esto con usted. Le será de ayuda, sabrá el momento de usarla.”-acto seguido sacó una cajita de madera de su abrigo, tallada a mano y con unas extrañas formas en la tapa. Se levantó y se fue.

Autor: Lisu

jueves, febrero 16, 2006

Ya eran más de las 7

Después de un buen rato sentado en aquella andrajosa estación de tren, por fin había tomado una decisión. No era aquella una decisión fácil, y nadie sabía que podía ocurrir después. Aun así la decisión había sido tomada, mañana mismo partiría.
Se levantó despacio como con pesar, con paso cansino se encamino al pequeño ventanuco que le daría el pase para cambiar su destino. Nadie sabe si para cambiarlo en verdad o para cumplirlo hasta sus ultimas consecuencias, pero la decisión ya había sido tomada.
-“Un billete para mañana, por favor”
-“¿A dónde? Señor.”
-“donde usted quiera”
-“perdone”
-si, donde usted quiera, por ejemplo el primer tren que salga mañana, y por favor no me diga a donde va.”
-”esta bien, tome sale a las 7, son 75,40”
-“gracias, hasta luego”

Sin ni siquiera mirar el billete se lo guardó en el bolsillo de la chaqueta y se fue.

A la mañana siguiente a las 6:30 entro en la estación, estaba desierta, el pequeño apeadero estaba al fondo, también vacío. De su garganta salía una nube de vapor que parecía congelarse al tocar la fría mañana.
Posó con sumo cuidado la maleta y se sentó a esperar al gigante de hierro.
Esperó, las 6:45, .......las 6:55,......, 57, cada vez con mas ansias y cada menos tiempo miraba el reloj, la espera se empezó a hacer larga, ya eran más de las 7 y el tren aun no había llegado, “normal”, pensó, “vendrá retrasado”.
-“No se apure ya llegará”
Sorprendido al escuchar aquella voz se giro sobre si mismo, habría jurado que no había nadie más en la estación, pero aquello no parecía ser cierto, en efecto allí se encontraba de pie, impasible, mirando al infinito, y con medio rostro tapado por el amplio chaquetón que le protegía del frío, un hombre de avanzada edad.
Así, en silencio, permanecieron hasta que a lo lejos se empezó a escuchar un lento traqueteo, la lenta maquina se acercaba, incapaz de cambiar su ruta marcada por aquellos caminos de metal.
Al ver los primeros vagones algo le hizo estremecerse, sabia que había tomado la decisión de subirse a uno de ellos, de dejar que el destino marcara su camino, porque él, aun no sabía a donde se dirigía.
El tren se detuvo, y una puerta se abrió, un revisor de mediana edad le invitó a entrar a la vez que le pedía el billete. Era el momento ahora no se podía echar a atrás. Cogió con cuidado la maleta y subió al tren.
El revisor marcó el billete.

Continuara...


Autor: Lisu

martes, febrero 14, 2006

Espejismo



El ardiente sol maltrataba mi piel, poco acostumbrada a las arenas del desierto.
El camello había sucumbido ante tan poderoso enemigo y yacía varios kilómetros atrás.
Muertas las aspiraciones que me habían llevado a embarcarme en tan aparatosa misión, quedaba ahora el deseo de sobrevivir, sin agua, sin compañía, la soledad me rodeaba, me atormentaba....Un momento,.....silencio....., el pulso se me acelera, un gran oasis se extiende ante mi, un brote de vida en tan árido lugar, en vana esperanza se convierte, en real espejismo se transforma. Aquí, un grano entre tantos granos secos, otro más que se seca.


Autor: Lisu

Bienvenidos

Bienvenidos todos a este nuevo blog.

En la pomarada siempre habrá sitio para un descanso.
Publicare aquí todas aquellas historias que me parezcan dignas de compartir creadas por mi.
Empezaré contando que es una pomarada: es un conjunto de manzanos, el nombre proviene de pomme (manzana).
Siempre es agradable tumbarse a la sombra de unos manzanos y leer un libro, el olor a manzana te inunda y siempre tienes claros y sombra, ya que los manzanos no proyectan una sombra profunda y oscura sino clara y fresca.

En principio todo esto sera Copyleft siempre y cuando se nombre claramente al autor original del texto y el sitio donde fue conseguido, es decir a mi y a este blog.

Gracias.