Esta historia la escribí hace bastante tiempo, cuando todavia estaba de moda ese juego del que todos hemos oido hablar, Comandos.

Frío, sin duda hacia en aquellas latitudes hacía mucho frío, una fina capa de nieve lo cubría todo, y en allí en medio del silbido de las balas y el fuego de los cañones me encontraba yo, agazapado tras un viejo muro de piedra medio derruido. Estaba allí para cumplir la misión que se me había encomendado, acabar con aquel maldito francotirador que tantas muertes había causado ya. Había sido elegido por ser el mejor entre los mejores, o tal vez por que los superiores habían decidido librarse de mi encomendándome las misiones mas difíciles y arriesgadas. Mientras pensaba en esto una granada explotó cerca de donde me encontraba, ¡mierda! esos cabrones no descansan, pensé.
Decidí moverme, el frío me entumecía los músculos pero debía de acabar con ese francotirador, no podía dejar que me mataran, no allí y menos por los nazis. Avancé hasta el final del muro, lentamente, arrastrándome por la nieve y el barro, no podía arriesgarme a ser visto. Cuando llegué al final el panorama no era muy esperanzador, me encontraba en primera línea de fuego y desde donde estaba casi podía sentir la respiración de aquellos soldados alemanes, con decisión saque mi rifle, (cada vez que lo hacia algo despertaba en mi interior, algo así como un instinto asesino,) apunté con cuidado al nazi que tenia mas cerca, y que no paraba de vigilar la zona donde me encontraba, cuando su cara apareció perfectamente enfocada en mi mirilla disparé, con un ligero golpe cayó al suelo instantáneamente.
Uno menos me dije, pero donde estaba el maldito francotirador. Se oyó un grito, en alemán, mierda, habían visto el muerto, con cuidado y sin moverme apenas, apunté de nuevo, otro alemán apareció en mi mirilla, un leve silbido lo hizo caer al suelo.
Dos menos y el francotirador no aparecía, arriesgando mi vida avance arrastrándome hasta los dos cadáveres, para mi sorpresa cada uno de ellos tenia un rifle y algo de munición, así que cogí uno y toda la munición que tenían supuse que ya no la necesitarían más. Rápidamente me oculte en un edificio. Allí dentro fui consciente de la tensión que me inundaba, de lo peligroso de la misión, un simple disparo del aquel francotirador podría acabar con mi vida, lo mismo podría pasarle a él si fuera yo el que disparara,-pensé para animarme-. Tenía que salir de aquel edificio, no podía dejar que se dieran cuenta de que alguien andaba merodeando por su territorio. Miré por entre las tablas rotas de aquella puerta, que parecía separar la vida de la muerte, no había nadie, todo estaba tranquilo, con cuidado la abrí e inmediatamente me eche al suelo.
Empecé a arrastrarme de nuevo, no sabia a donde dirigirme, estaba en territorio enemigo y por supuesto no conocía el terreno.
Seguí avanzando, de pronto un alemán dobló la esquina del edificio que me protegía y se quedó frente a mi, me habían visto, estaba acabado, no podía ser, debía de reaccionar.
Me levanté de un salto y le asesté dos golpes en la cabeza antes de que le diera tiempo a recuperarse del susto de ver a un aliado lleno de barro, solo, y en territorio hostil. Le até y le registré.
El silencio se había vuelto insoportable, el ruido de balazos y granadas había cesado por unos instantes,.... y allí en medio del silencio me pareció escuchar a la muerte, el frío parecía darle la bienvenida y el barro parecía esperarme para acogerme en sus brazos, un soplo de aire congelado se coló por mi bufanda, me hizo estremecer, unas leves palabras parecieron sacarme de mis pensamientos, levanté la mirada y lo vi.
Allí estaba y allí había estado siempre, el francotirador me miraba, un fuerte dolor inundó mi pecho, duró poco, el día decidió oscurecerse y el frío parecía mas palpable, en mi cabeza solo quedaba una frase: “ha fracasado en su misión”.
Empecé a escuchar una voz, que me llamaba en la lejanía, al principio suave, luego se convirtió más bien en un grito y pude distinguir: “CARLITOS A CENAR; DEJA ESE CACHARRO!!!!!!!!”
La misión del comandos había terminado mal, ahora me quedaba otra misión, aguantar a mi madre.
MISIÓN COMANDOS......................
Autor: Lisu